La red de Indra

En la morada celeste del gran dios Indra, hay una red maravillosa que se extiende infinitamente en todas las direcciones...

Desde hace relativamente poco, la física moderna y las matemáticas actualizan este símbolo de interconexión infinita gracias a la holografía y los fractales, donde se comprueba que la parte está en el Todo y el Todo en la parte.


Así describe Francis Harold Cook, en su libro Hua-Yen Buddhism: The Jewel Net of Indra, este majestuoso collar metafísico:

"Muy lejos, en la mansión celestial del gran dios Indra hay una fabulosa red que ha sido colgada por un astuto artífice, de tal manera que se extiende infinitamente en todas direcciones. En sintonía con los gustos extravagantes de las deidades, el artífice ha colgado una joya resplandeciente en cada “ojo” de la red, y como la red es en sí misma infinita en dimensión, las joyas son infinitas en número. Ahí cuelgan las joyas brillando como estrellas de primera magnitud, una suprema visión que sostener. Si seleccionamos arbitrariamente una de estas joyas para inspeccionar y la analizamos de cerca, descubriremos que en su superficie azogada se reflejan todas las demás joyas de la red, infinitas en número. No solo eso, sino que cada una de las joyas reflejadas en esta joya también está reflejando todas las otras joyas en un infinito de proceso de refracción."



El filosófo británico Alan Watts, estudioso del budismo zen, imagina poéticamente el collar la red del dios Indra: Imagina una telaraña multidimensional en la mañana temprano, cubierta con gotas de rocío. Y cada gota de rocío contiene el reflejo de todas las otras gotas de rocío y, en cada gota reflejada, el reflejo de todas las otras gotas de rocío en ese reflejo. Y así hasta el infinito. Esa es la concepción Budista del universo en una imagen.


El Collar de Perlas de Indra no solo es una imagen de un universo-espejo de infinitas ramas invisibles, abarca también el concepto del karma en su concatenación de causas y efectos (los reflejos de las perlas). Un vértigo de interconexión deslumbrante: cada acto afecta todos los demás actos, cada instante está ligado a todos los instantes desde el inicio del universo. Una metáfora —o un emblema— como el Collar de Perlas de Indra, o el mismo Aleph de Borges, no solo simplifica un complicado concepto metafísico, por un momento suspende la limitación del lenguaje sucesivo y detona una visión de la totalidad.



La metáfora de la Red Enjoyada de Indra se atribuye al antiguo maestro budista Tu-shun (557-640 d. C.) quien nos invita a visualizar una vasta red que:

1) en cada una de sus juntas yace una joya; 
2) cada joya refleja a todas las otras joyas de la matriz cósmica; 
3) Cada joya representa una forma de vida individual, átomo, célula o unidad de consciencia; 
4) Cada joya, por su parte, está intrínseca e íntimamente conectada con todas las demás; 
5) Así, un cambio en una de las gemas se refleja en todas las otras.

Este último aspecto de la red enjoyada es explorado en un diálogo de preguntas y respuestas entre maestro y discípulo en el Sutra Avatamsaka. En respuesta a la cuestión: "¿cómo pueden todas estas joyas ser consideradas como una joya?", se responde: "Si no crees que una joya ... es todas las joyas ... simplemente haz una marca [en la joya en cuestión]. Cuando una joya es marcada, hay marcas en todas las joyas... Como hay marcas en todas las joyas ... Sabemos que todas las joyas son una joya."

La moral de la Red de Indra es que las intervenciones compasivas y constructivas que una persona realiza pueden producir un efecto propagador de tipo benéfico que reverberará a través del universo entero o hasta que se extinga. De un modo análogo, no puedes dañar una hebra de la red sin dañar al resto o generar un efecto cascada de destrucción.

Esta metáfora fue desarrollada en el siglo III por el budismo Mahayana, en el Avatamsaka Sutra, para significar la interconexión entre todas las cosas del universo. Una extrapolación del concepto de Pratītyasamutpāda, término que hace referencia a que todos los fenómenos emergen conjuntamente en una red interdependiente de causa y efecto.

Beber agua, hacer ejercicio y tener momentos de silencio



Un encabezamiento así en un sitio como éste, puede despistar, incluso al lector más sagaz. Efectivamente, se refiere a algo de lo que parece; pero va más allá de lo que se piensa. Partimos de la salud, es verdad, pero para desembocar en la Salud.

Aquello que desde hace tanto tiempo se aconsejaba en este campo, ahora se vuelve a aconsejar en la medicina oficial. Y, prácticamente, en todos los terrenos y enfermedades. La concepción natural del cuerpo humano va ganando terreno; así como las propiedades ventajosas de los elementos naturales; y su idoneidad. La practica preventiva del ejercicio de la salud es la que rige. Hay cada vez una mayor coherencia entre lo que se descubre y se practica.

En medio de todo esto, queremos ofrecer una pequeña aportación. Convencidos de que su puesta a punto puede, ciertamente, ayudarnos a una salud integral. Para ello queremos contar con todos los agentes de la salud, educadores en general, maestros del espíritu, padres y madres de familia, personas de buena voluntad.

Y dicho lo dicho, queremos desvelar una de las llaves del tesoro. Volvamos al inicio: “Beber agua; hacer ejercicio; TENER MOMENTOS DE SILENCIO”. De esto se trata.

El descubrimiento de las inteligencias múltiples.

Hasta no hace mucho tiempo, la única Inteligencia conocida y tenida en cuenta ha sido la “inteligencia intelectual” esa que nos hacía “listos” o “tontos”. La que nos capacitaba para “saber mucho”. La sentida como la más importante.

Y resulta que ahora se conocen en el ser humano las llamadas “inteligencias múltiples”. Inteligencias que hacen referencia a todas las áreas de la persona y vida humanas. Se habla de inteligencia matemática, deportiva, artística, emocional y espiritual, entre otras. Más todavía: se da el caso de personas inteligentes que triunfan menos que otras no tan brillantes intelectualmente, pero con una inteligencia emocional desarrollada. En otras palabras, hay más de una inteligencia, con funciones diferentes, y algunas más centrales que otras.

El dejar desatendida una de ellas supone favorecer el crecimiento de un ser humano, en alguna medida, “cojo”, desequilibrado. Y cuando el desinterés hace referencia a alguna dimensión importante, la deficiencia es mayor.

Dicen los entendidos que la inteligencia “espiritual” es la que cohesiona todas las demás.

Ella intenta plantearse y dar salida a las cuestiones más profundas de la vida humana. Hasta tal punto que llegan a tocar la metafisica, lo transpersonal, lo místico.

No atender adecuadamente la interioridad del ser humano es algo así como deslabazarlo, sin la necesaria consistencia.

Y si el pozo se seca o no emerge

Cuando éramos más pequeños, y teníamos el crecimiento al alcance de nuestro cuerpo, pensábamos que nos íbamos acercando muy lentamente a eso de “ser mayores”. Un proceso, en activo en aquel momento, pero que llegaría a completarse en la época de trabajar o de casarse. Así, la existencia de las crisis tenía (felizmente?) un recorrido señalado y no muy largo.

Pero he aquí que hemos llegado a esta edad estable, y, todavía, nos sentimos inacabados, madurando.

El mundo interior donde tiene su sede la inteligencia espiritual, está en permanente evolución y desarrollo. Lo nuevo, surge. Lo desconocido, se presenta. Lo tapado, se desvela. Lo ignorado, reclama. Y todo ese movimiento pide, de nuestra parte, una toma de postura. Tenemos que tomar nota. Tenemos que ahondar. Tenemos que aceptar lo nuevo. Tenemos que crecer. Mejor dicho, seguir creciendo.

Por eso la importancia de cultivar, también, esta dimensión.

La espiritualidad y la religión

Para liberarnos de prejuicios, para superar reticencias, es importante distinguir adecuadamente la espiritualidad de la religión.

Por una parte, la espiritualidad, desde nuestro punto de vista, es una dimensión presente en todo ser humano. En este sentido, cuando hacemos algo para atenderla, o sugerimos que otros la atiendan, no estamos añadiendo nada, ni sumando nada. Simplemente buscamos que cada uno responda, lo más posible, a todos sus anhelos. Buscamos la felicidad de todos.

En segundo lugar, toda religión es la consecuencia de una experiencia espiritual. Normalmente, no se puede dar la una sin la otra. Ni se puede identificar la una con la otra. Promover la espiritualidad no tiene por qué ser un proselitismo en favor de ninguna de las religiones existentes.

Tanto es así que, en estos momentos, se reconoce y valora la dimensión espiritual en, incluso, ateos. Ser espiritual no es ser religioso. Es ser plenamente humanos.

De aquí que el ser verdaderamente sanos, felices, realizados lleve consigo el que, además de “beber agua”, “hacer ejercicio”, añadamos el “tener momentos de silencio”.

José Cruz Igartua

Dos citas del Tao



"Hay algo misterioso y solitario que fue antes que el Cielo y la Tierra.
Es inmutable e inapreciable.
Es la Unidad y el vacío.
Recorre un Circulo eternamente y es inagotable, por lo que se le puede llamar La Madre de todas las cosas.
Yo no sé su nombre, pero hago un esfuerzo y le llamo Tao."

Parque Natural de la Albufera, Valencia. Los árabes la llamaban Espejo del sol.

"Hay que ser como el agua que fluye mansa e indiferente. Todo va por sí solo. Deja quieta el agua turbia, y ella sola se tornará clara".