Mandalas


El significado de la palabra mandala proviene del sánscrito, y significa "círculo sagrado" o "círculo mágico" y
son diagramas o representaciones esquemáticas y simbólicas del macrocosmos y el microcosmos, utilizados en el budismo y el hinduismo. Estructuralmente, el espacio sagrado (el centro del universo y soporte de concentración), es generalmente representado como un círculo inscrito dentro de una forma cuadrangular. En la práctica, los iantra hindúes son lineales, mientras que los mándalas budistas son bastante figurativos. A partir de los ejes cardinales se suelen sectorizar las partes o regiones internas del círculo-mándala.

Mandala tibetano

En sus orígenes el mandala fue creado y utilizado por las religiones de India y Tibet para lograr un equilibrio entre cuerpo y mente. También estas figuras aparecen en otras culturas y lo hacen siempre con el denominador común de ubicar en su centro una figura que representa al máximo exponente religioso y profano (Shiva abrazando a Shakti), Buda... etc. También en el mandala medieval cristiano la divinidad aparece en el centro, a menudo ésta es la imagen de Cristo triunfante rodeado por las cuatro figuras simbólicas de los evangelistas.

Monjes tibetanos elaborando minuciosamente un Mandala 

El Mandala representa lo efímero, construidos laboriosamente con arena coloreada, una vez concluido este, se destruye

Otras culturas que participaron de esta necesidad de utilizar el círculo como símbolo mágico, fueron Egipto (en las pirámides se encontraron estos círculos), en México, Grecia, China, Japón, América,... También aparece el mandala en planos de las plantas de catedrales o en sus vidrieras. Los mandalas tibetanos son coloreados con polvo de piedras semi-preciosas para mostrar lo efímero que es todo en la vida. El proceso de creación está relacionado con el momento del nacimiento y por eso se comienza por el centro, luego tiene lugar una ceremonia, pudiendo participar en ella todas las personas que quieran beneficiarse y beneficiar al mundo. Al término de la ceremonia, el mandala, o sea la arena, se cierra o junta de afuera hacia adentro, representando la muerte. La mitad de la arena se reparte entre los presentes, y el resto se esparce en un río o mar para que llegue a todas partes, el motivo de este ritual es lograr bendiciones para el planeta y sus seres.

Vidriera de la catedral de Burgos

Vidriera de la catedral de Chartes, Francia

Según afirma el budismo, los mandalas cumplen diferentes finalidades como la compasión, la sabiduría  la fuerza, la longevidad,... Su finalidad se identifica por el color de la arena de base. Todas las finalidades tienen en general significados externos, internos y secretos. En el aspecto exterior, los mandalas representan al mundo en su forma divina; en el interior, el mandala representa un mapa mediante el cual la mente ordinaria puede transformarse en la experiencia de la iluminación. Finalmente, en el aspecto secreto, los mandalas muestran el perfecto balance primordial de las energías sutiles del cuerpo y la dimensión de la luz de la mente. Por lo tanto, la creación de un mandala, desde el propio diseño, purifica los tres aspectos dichos.


Es conocido el efecto terapéutico que tiene cualquier tipo de arte, pero en el caso de la elaboración de mandalas, dicho efecto es doble ya que se produce no solo por el hecho de crear formas originales y personales y de trabajar con los colores, lo cual es muy gratificante, sino también por su valor intrínseco, es decir por la información que obtenemos ya que nos involucra por completo en un proceso de transformación espiritual.

Jung resaltó la importancia del centro del mandala oriental, y llegó a la conclusión de que cada paciente que dibujaba un mandala, también dibujaba un centro psíquico de la personalidad.

Este círculo de sanación muestra nuestras emociones internas, dándonos una pauta de nuestras necesidades, a las que a veces, a la sombra de nuestras actividades diarias, no podemos acceder fácilmente El mandala facilita la meditación. La realización de este círculo sagrado se ha utilizado como símbolo de sanación.

Carl Jung

La creación de un mandala  nos acerca a nuestra esencia, a nuestra alma y a la posibilidad de maravillarnos en su creación, preguntándonos ¿de dónde surgen determinadas formas si no fueron premeditadas? o ¿porqué esos colores?,... etc. Cada persona es única y, más aún, cada mandala dibujado y pintado por la misma persona es único como único es cada momento de nuestra vida. Es más interesante desde el punto de vista del crecimiento personal que el mandala sea realizado en su totalidad por la misma persona, desde el dibujo, utilizando compás y regla, partiendo de figuras simples... El inconsciente se ocupa de dar forma, dividir una figura cortándola en trozos y agregando los elementos que se ocurran.


Primer mandala dibujado por Jung

No se trata de saber dibujar o pintar, ni de realizar una obra de arte; el mandala siempre cumple su objetivo si su autor, al elaborarlo, logra expresar todo aquello que no puede expresar con palabras ni pensamientos. Esta elaboración induce un movimiento en la psique, acompañado de un despertar en nuestro interior. Lo importante son los efectos terapéuticos que se producen en nosotros al realizar el mandala. Dibujar mandalas y vivirlos ritualmente despierta automáticamente nuestro ser interno, liberándonos del sufrimiento al transformarlo en compasión hacia este "niño interno" que sufre, y que es llamado en analisis transaccional la parte mas frágil de nuestra persona. El mandala y su relacion con el inconsciente permite la sanacion y armonizar nuestro interior desde una comprension de nosotros mismos.


"The Egg", dibujado por Carl G. Jung en su "Libro Rojo"

Carl G. Jung utilizó los mandalas como elementos terapéuticos con sus pacientes por su poder de integración personal. Tanto Jung como M.L. Von Franz explicaron el círculo como un símbolo del "yo", pues expresa la psique en todos sus aspectos. Jung señaló que un verdadero símbolo aparece cuando hay necesidad de expresar aquello que solo se adivina o se siente y que no somos capaces de manifestar en forma de pensamiento. J. Hillman, psicólogo norteamaericano y analista jungiano que desarrolló la psicología arquetípica, dijo "al fin y al cabo, si el mandala espontáneo sana, lo hace porque obliga a reconocer los límites de la conciencia, a aceptar que mi mente, mi corazón y mi voluntad giran sólo en un círculo y, sin embargo, ese mismo círculo es mi porción de necesidad eterna".

Es muy probable que esta universalidad de las figuras mandálicas se deba al hecho de que las formas concéntricas sugieren una idea de perfección (de equidistancia con respecto a un centro) y de que el perímetro del círculo evoque el eterno retorno de los ciclos de la naturaleza (tal como en la tradición helenística lo proponía, por ejemplo, el uróboros, la serpiente alquímica que simboliza la vida eterna).

El proceso que se produce en la realización de este círculo, permite una armonía interior, facilitando la meditación y, por consiguiente, la sanación del ser. Actualmente esta técnica es aplicada en muchos países y se ha convertido en uno de los elementos más eficaces de las terapias alternativas. Las imágenes del mandala surgen apoyándose en nuestra experiencia adquirida en la vida, a veces olvidada, de ahí la importancia de no pintar mandalas hechos por otra persona, pues solo así podremos aprovechar todo el contenido que hay en nosotros y sacarlo a la luz.


Calendario Maya

La realización de un mandala desde el punto de vista Jungiano es una experiencia personal basada en un proceso inconsciente, pues dentro del círculo se plasma nuestra situación interna que es desconocida para nosotros, pero de vital importancia para nuestra evolución. Realizar mandalas nos ayuda a vernos, comprendernos y manifestarnos por medio de formas y colores. En este proceso se produce un movimiento en nuestra psique asociado a la representación de imágenes relacionadas con sueños y problemas, obteniendo la información necesaria para una mayor comprensión de nosotros mismos.